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Aprendiendo de las abejas

“Tenemos muy asumida la forma de trabajar en grupo de las abejas”, asegura Vicente García Fernández, “no sé si desde antes  de trabajar con ellas,  pero lo más importante de la cooperativa es que nos podemos poner de acuerdo, retomar conversaciones para ir  avanzando cada vez más”.

Con esta laboriosa  y organizada estructura de fondo, no es de extrañar que el Rancho Cortesano lleve ya casi tres décadas de andadura exitosa, siempre intentando mejorar e ir incorporando a la actividad apícola inicial nuevas esferas que completen el amplio proyecto medioambiental de esta cooperativa familiar.

Primero fue la producción de miel, propiamente. Después, la comercialización. Tras ello, la incorporación de nuevas variedades y de productos derivados. Hace casi una década –este próximo mes de marzo se cumple-, la apertura del Museo de la Miel y las Abejas. Dentro de poco, un huerto en ecológico, gestado durante los dos últimos años, y la apertura de un restaurante ecológico y vegetariano vendrán a completar, de momento, este proyecto.

Tal y como explica Inmaculada, hermana de Vicente y la socia que coordina las visitas, “los primeros socios cooperativistas fueron tres, enamorados de todo esto, de la ecología, el medio ambiente,… tenían claro que aquí había algo con mucha raíz y que había que enseñarlo, que había que profundizar y así se fue gestando el Museo de la Miel”. Desde su apertura hasta hoy, han pasado por las instalaciones decenas de miles de visitantes, cifras de vértigo en forma de grupos de escolares de toda la provincia de Cádiz y de parte de Sevilla y también grupos de adultos, que disfrutan de una jornada plena de actividades y talleres.

“El Museo de la Miel ha tenido muy buena aceptación”, reconoce Inma, “para nosotros es emocionante y una responsabilidad muy importante”. Y si los colegios han encajado muy bien en el sabio y completo engranaje de las visitas, no hay más que ver la ilusión con la que vuelven los niños y niñas a sus casas, también en otros colectivos, como los adultos, su paso por el Museo tiene un matiz especial. “Las personas adultas aportan un matiz diferente”, añade la coordinadora de las visitas, “actualmente las personas mayores están muy organizadas, se mueven mucho,… entonces cuando vienen aquí en muchas ocasiones rememoran cosas que han vivido en su infancia porque este es un oficio muy antiguo y  se acuerdan de sabores y olores  de su infancia, de cosas que veían hacer a sus padres o a sus abuelos”.

Mantener la tradición desde la innovación

Paradójicamente al hecho de ser una actividad tradicional, o quizá precisamente por ello, y por su afán constante de mejora y de conservación al mismo tiempo, la innovación tiene un lugar fundamental en la actividad de estos cooperativistas. Así, por ejemplo, recientemente han introducido en el apartado de visitas un taller de envasado.

“Ahora”, explica Inma, “hemos puesto en marcha un taller de envasado como novedad, donde cada una de nuestras visitas manipula y envasa el tarrito que después se lleva a casa,…”.Una novedad a la que dentro de poco también se incorporará dentro de la ruta de las visitas guiadas una parada al huerto ecológico, “como una manera de conectar a esos alumnos con la tierra, conocer las verduras de temporada, las semillas, ver cómo crecen, aprender a identificarlas,…”. El huerto ecológico da pie además a un nuevo proyecto que el Rancho inaugurará en mayo, que es el restaurante ecológico y vegetariano que va a estar muy conectado con los visitantes al huerto,… “en la temporada de los tomatitos, por ejemplo, vamos a recolectarlos, vamos a aprender sobre ellos y vamos a prepararlo… Es todo como una cadena”.

Y en ese afán por saber, y transmitir después, los buenos saberes de su oficio, están comprometidos con la recuperación de los oficios artesanos tradicionales a través del proyecto ROAPE, pertenecen a la red CIE, de Innovación Etnográfica, para recuperar este patrimonio, y están integrados en la Andalusian Wilderness con el fin de promover la puesta en valor turística de todo este enjambre de proyectos.

Pero la innovación también tiene cabida en la actividad puramente apícola, según explica Vicente, “ahora mismo estamos con unas colmenas nuevas, de nombre Aristeo, como el dios de las abejas, con una técnica un poco distinta,…de la que sólo veremos sus frutos dentro de dos o tres años” y también estamos trabajando en “dividir colmenas y criar reinas nuevas”.  

El sensible ecosistema en el que desarrollan su actividad las abejas, nos explica Vicente, hace que haya que actuar por la nueva climatología de este invierno, “porque ha hecho mucho frio… , la vegetación se ha parado y la colmena también, porque le acompaña en ese proceso;  por eso tenemos que reflotarla un poco”.  Y no sólo por los cambios climáticos anormales, cualquier agente provoca un desajuste o incluso la mortalidad de las abejas, como es el caso de los pesticidas, en concreto, uno muy similar a la nicotina en los humanos, prohibido en otros países como Francia, Italia o Alemania “que se transmite por el aire y que incluso se ha detectado en el polen de girasol y que provoca la muerte de las abejas porque se desorientan y hace que no encuentren el camino de vuelta”.

Productos ecológicos y libres de transgénicos, son otras de las garantías que aporta el Racho en sus mieles, para poder abarcar mercados internacionales, como el alemán, reacios a dejar pasar

En esta larga andadura, «pasito a pasito y afianzando pero sin pararse», han contado, en ocasiones, con la colaboración del Grupo de Desarrollo Rural, en algunas de las innovaciones en las que se han embarcado; y también han podido conocer, gracias a esta sinergia, actividades similares que se llevan a cabo en zonas europeas como Normandía, en el norte de Francia, o las zonas rurales de Cork, en el sur de Irlanda, donde también la apícola es una actividad importante. Para antes del verano, el nuevo reto de ese restaurante ecológico y vegetariano.

El Rancho Cortesano y el Museo de la Miel y las Abejas se encuentran en la barriada rural de Cuartillos.

Más información www.ranchocortesano.net.

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